Old Keady, 30 de diciembre de 1862
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“Querido
Andrew:
¿Recuerdas
que te dije que, cuando me crucé con la señorita Adams, algo me llamó la
atención pero no recordaba qué? Me refiero a la capa que se puso antes de
salir, no era suya, sino de la señorita Stamford. Esta mañana la señora
Clithering ha ido a la morgue, acompañada del señor Stamford, para identificar
el cuerpo de su sobrina, y ha sido cuando ha dicho que la señorita Adams no
había traído ninguna capa, solo dos abrigos. El señor Stamford no ha reconocido
la capa, pero el señor Sanders, el policía, la ha traído a Old Keady por si
alguien la había visto antes y la señorita Stamford se ha quedado petrificada
al ver que era la suya. “Yo se la presté esa misma mañana”, confesó, como si
estuviera asustada.
Pensarás
que eso reafirma mi anterior suposición de que se encontraba tan abstraída en
sus propios pensamientos, que debían ser muy graves, y ni siquiera reparó en
ello. Sin embargo, debo decirte que no se ha tratado de un suicidio, sino de un
asesinato. El señor Sanders nos ha contado que había signos de un forcejeo y
que, probablemente, alguien debió empujarla.
¿Te
lo puedes creer? Voy a estar retenida en Old Keady mientras no se resuelva el
crimen, puesto que el señor Sanders considera que todos somos sospechosos. Pero
yo no puedo evitar preguntarme: “¿Quién querría asesinar a la señorita Adamas?
¿Qué motivo podría tener para ello?” Era una muchacha muy hermosa, cierto, pero
no tenía propiedades ni esperaba ninguna herencia. Tampoco era una entrometida
ni una chismosa; debo reconocer que se trataba de una muchacha muy agradable.
He
de confesar, querido Andrew, que esta mañana le he estado dando vueltas a todas
estas preguntas, hasta que mi perspicacia me lo ha hecho ver todo desde otro
punto de vista. ¿Y si el asesino hubiese confundido a la señorita Adams con la
señorita Stamford? Si la vio de espaldas, tal vez reconoció la capa y eso lo
llevó a equívoco. Ambas son de estatura similar. Si fuera así, y estoy
convencida de que es así, se me ocurren varios sospechosos. Por un lado, la
señora Milton, que ya sabes que es prima de la señorita Stamford, y ese era su
apellido de soltera. La señora Milton sería la heredera de la fortuna del señor
Stamford si su prima desapareciera. Es probable que ella no sea capaz de algo así,
pero ¿y si delegó este cometido en su esposo? De hecho, ellos dos son los únicos
que tienen coartada, pero no hay que descartar que se estén encubriendo el uno
al otro. Han declarado que en aquellos momentos estaban paseando por el parque
de los rododendros, que está cerca de la mansión y, sin embargo, en dirección
opuesta adonde yo salí a coger acebo. ¿No te parece sospechoso? Además, siempre
tiendo a desconfiar de mujeres que llevan sombreros tan sencillos como los
suyos. Mucha apariencia de mosquita muerta, pero ¿quién sabe? ¡Oh, Andrew, me
tienes que prometer que nunca te casarás con una mujer que lleve sombreros
sencillos!
Para
no conducirte a equívocos, debo decir que también el coronel Coombe tenía un
motivo para querer asesinar a la señorita Stamford, dado que pretendió su mano
durante años y, ahora, ella va a casarse con el señor Lloyd. Ya sabemos que el
despecho siempre es algo que saca nuestros peores instintos. Y, si te soy
sincera, preferiría que él fuera el asesino. Resulta muy incómodo conversar con
una persona que habla varias veces para decir lo mismo.
Por
el contrario, no quisiera que hubiera sido el señor Lloyd, es un caballero muy
apuesto y agradable. Y te preguntarás ¿por qué menciono al señor Lloyd si es el
prometido de la señorita Stamford? ¡Ah, querido hermano! Ya sabes que soy una
mujer observadora y he podido fijarme en que últimamente él y su prometida
están algo distanciados. Además, la misma tarde en que supimos que la señorita
Adams había muerto, sorprendí a la señorita Stamford echando un papel a la
chimenea. ¿Entiendes lo que quiero decir? ¿Y si ese papel fuera la carta de un
admirador? ¿Y si la señorita Stamford se hubiera enamorado de otro hombre? ¿Y
si estuviese pensando en romper su compromiso con el señor Lloyd? Por todos es
sabido que el señor Stamford ha prometido hacer socio al señor Lloyd de sus
negocios y, probablemente, si la boda se anulara, esto no sucedería. Sin
embargo, si la boda no se produjese porque la señorita Stamford muere… En ese
caso, no es descabellado pensar que el señor Stamford quisiera contar igualmente
con el señor Lloyd.
Como
ves, varias personas son las que tienen motivos para querer ver muerta a la
señorita Stamford, mientras que nadie podía desear que le ocurriera nada malo a
la señorita Adams y así se lo he hecho saber esta tarde al señor Sanders, mientras
me ha estado interrogando sobre cosas que a mí me parecía que no tenían ningún
interés. Creo que lo he convencido de mi teoría porque ha levantado una ceja y
ha contestado: “Muchas gracias por su colaboración, señorita Whittemore”.
Sinceramente,
me siento orgullosa de mí misma. Espero que no me acuses de vanidosa, pues solo
te hablo de este sentimiento a ti en confianza, ya sabes que no me gusta
alardear.
Hazme
el favor de contárselo todo con minucioso detalle a nuestros conocidos, en
especial, a la señora Delaney. Lamento que, por ahora, no pueda regresar a
Horston y hacerlo yo misma. Un abrazo muy fraternal,
June”
¡Me encanta cómo escribes! Todo lo que he leído de ti me resulta muy ameno y a la vez muy elegante, con un tono muy british :-) Pobre señor Sanders, lo que tiene que aguantar. Me lo imagino armándose de paciencia antes de cada interrogatorio jaja
ResponderEliminarA ver cómo sigue ^_________^
Antes de escribirlo me leí varios relatos cortos de Agatha Christie, a ver si se me pegaba algo ;) Yo también compadezco al señor Sanders.
ResponderEliminarA mí me encanta Agatha Christie, sobre todo los libros protagonizados por Poirot ^_^ Adagio en primavera también me recordó un poco a su estilo ^^
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