En Hillock Park se critica la Nueva Ley de Pobres,
que fue aprobada en Inglaterra en 1834. La Ley de Pobres había sido promulgada en
1388 para hacer frente a la escasez de mano de obra en aquella época y, en ella,
se restringía la circulación de los trabajadores y nombraba al Estado como
responsable del apoyo a los pobres.
El
desempleo masivo tras el final de las Guerras napoleónicas (en 1815), la
introducción de maquinaria agraria y las malas cosechas convirtieron en
insostenible el sistema de ayuda a los pobres, por lo que el Parlamento británico decidió
modificarlo. La Nueva Ley de Pobres de 1834 trató de revertir la tendencia económica, al desalentar la
prestación de socorro a cualquier persona que se negara a entrar en un
hospicio. Es decir, anulaba cualquier subvención, solo se encargaba del
mantenimiento si la persona en cuestión accedía a entrar en una casa de
trabajo (wordhouse). El “pobre”, lisiado, niño o viejo debía vivir y trabajar
allí. Normalmente, se empleaban en romper piedras, aplastar huesos para
producir fertilizantes, recoger estopa. La vida en una casa de trabajo estaba
destinado a ser duro, para disuadir de su entrada en ellos y garantizar que
solo se albergara a la verdadera miseria. En ellas, se garantizaba la
atención médica y la educación a los niños, algo que el Estado no ofrecía fuera
de estas casas. A pesar de esto, la situación de los miserables era precaria,
puesto que el hacinamiento, el racionamiento de la comida, la insalubridad de
las instalaciones y el abuso por parte de los regidores eran cosas habituales.
Personas
como Richard
Oastler se pronunciaron en contra de la nueva Ley de Pobres, llamando 'prisiones
para los pobres' a las Workhouses y llevando a cabo una acérrima lucha para
reducir su jornada laboral a diez horas. Los mismos pobres odiaban y temían la
amenaza de verse reclusos en una casa de trabajo y, por ese motivo, llegó a haber disturbios en las ciudades del norte de
Inglaterra.
Dickens, en Oliver Twist, dejó testimonio del abuso
que se producía en estos hospicios o workhouses, pero estos no acababan allí.
Muchos empresarios se dirigían a los hospicios en busca de mano de obra barata
y, una vez contratados, sometían a los trabajadores a nuevos abusos sin que estos
tuvieran ningún derecho laboral. Para entender este segundo caso, recomiendo la miniserie The
Mill, del Canal 4 británico.
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