En Adagio en primavera, cuando
el señor Holstead viaja a Londres en busca de su hijo, queda impresionado ante
el metro de Londres.
Tras la primera Revolución
Industrial, gran parte de la población rural se desplazó hacia las ciudades en
busca de trabajo y mejores condiciones de vida y eso hizo que comenzara una
superpoblación urbana. Las ciudades crecieron y, en concreto, Londres, se
convirtió en una de las más pobladas del mundo. Los problemas de logística,
comunicación y congestión inundaron Londres y su periferia. Ese fue el motivo
por el cual, a mediados del siglo XIX, y aprovechando unas obras en la ciudad,
Charles Preston decidiera apostar por la construcción de accesos subterráneos
al centro de la ciudad.
En 1851, con la celebración de
la Gran Exposición, se materializa el proyecto con la construcción de la
primera línea, conocida como la North Metropolitan Railway. En principio, el
diseño de la red constaba de una especie de cabinas atmosféricas impulsadas por
aire comprimido y por las vías circulaban locomotoras de vapor. La autorización
para su construcción no se logró hasta 1854 y, una serie de retrasos, debido a
problemas financieros y de otra índole, hicieron que no se inaugurara hasta el
10 de enero de 1863. Este día, el metro fue usado por cuarenta mil pasajeros y
la frecuencia de los trenes era de diez minutos.
La primera sección del metro
realizaba inicialmente un trayecto entre Paddington (Bishop’s Bridge) y
Farringdon Street, una estación temporal cerca de la que actualmente se
encuentra en Farringdon.
La técnica utilizada se llamó cut and cover y permitía escavar túneles
en un primer nivel de profundidad. Se excavaba una zanja en todo el recorrido
planeado para la vía y después se cubría el túnel con un techo de vigas de
acero o algún otro tipo de material. No fue hasta el siglo XX donde, con
técnicas más avanzadas, lograron excavarse túneles a mayor profundidad.
La línea fue ampliada en
repetidas ocasiones y, en 1880, ya la usaban hasta cuarenta millones de
pasajeros al año. En 1884 se finalizó la línea conocida actualmente como Circle
Line (Inner Circle por entonces).
El metro, en Londres, enseguida
adoptó el apodo de El tubo, aunque en
realidad, las originales “tuve” eran
las circulares de una sola vía. Sin embargo, el nombre enseguida se extendió a
todo el circuito del metro.
En 1905, la mayoría de las vías
fueron electrificadas y las locomotoras, sustituidas por trenes eléctricos.
Hoy en día, existen 274
estaciones, muchas de ellas han cambiado de nombre y cuarenta han sido
abandonadas o reubicadas a lo largo de sus cuatrocientos ocho kilómetros de
vía, aunque no todas bajo tierra. Algunas han desaparecido y otras están casi
intactas y el transporte underground
transporta más de tres millones de pasajeros diarios.
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