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jueves, 21 de enero de 2016

Charles Dickens y Ellen Ternan



        Algunas veces, los autores nos tomamos ciertas licencias literarias, aunque no sean fieles a la realidad, tal como he hecho yo en un detalle de Adagio en primavera. En el primer capítulo, se menciona que el señor Frazer murió en 1865 en el accidente de ferrocarril que se produjo en Staplehurst el 9 de junio de aquel año. Por supuesto, el señor Frazer es un personaje inventado e ignoro si la casualidad ha hecho que su nombre se corresponda a algún fallecido real. También menciono que en ese tren iba Charles Dickens junto a su amante, Ellen Ternan, y la madre de esta, y lo primero es cierto. No solo está documentado y apareció en todos los periódicos, sino que el propio Dickens escribió un relato, “El guardavía”, inspirado en este accidente.





      Donde he faltado a la realidad, voluntariamente, ha sido al decir que los periódicos de la época dedicaron más columnas a Ellen Ternan que a los motivos del propio accidente. Eso es falso. Ningún periódico mencionó a la amante de Dickens, ni tampoco a su madre, porque el propio escritor se encargó de hablar con cada periodista para que obviaran quiénes lo acompañaban. A cambio, Dickens se ofreció a relatar a cada uno de ellos, con toda precisión, todos los pormenores relacionados con el fatal suceso ferroviario.

        Y es que la relación del escritor con Ellen Ternan fue llevada de forma tan discreta que no llegó a ser conocida. Cuando Dickens se enamoró de Ellen en 1857, una actriz de 18 años, él tenía 45. Dickens quería mostrarse como un ejemplo para la moral victoriana y alquiló a su amante una casa en las afueras de Londres y procuró visitarla siempre de forma clandestina. De hecho, su esposa descubrió esta relación porque un año después de haber empezado, Catherine recibió por error un brazalete con una carta de su marido destinada a Ellen. Entonces, el matrimonio Dickens se separó, pero como ninguno de los dos deseaba sufrir el escándalo de un divorcio, acordaron guardar apariencias de que seguían casados. Ellen Ternan dejó el trabajo de actriz en 1860 y Dickens le brindó apoyo económico para que no volviera a necesitarlo. Los dos amantes viajaban juntos con frecuencia, pero siempre con discreción y el silencio de la prensa británica. Precisamente fue la desconfianza hacia la prensa norteamericana por lo que Dickens no se atrevió a llevarla con él cuando visitó Estados Unidos. 


 
      Hay críticos que dicen que Dickens pudo haberse inspirado en Ellen Ternan para algunos de sus personajes femeninos, como Estella en Grandes esperanzas, Bella Wilfer en Nuestro amigo común o incluso Lucie Manette en Historia de dos ciudades.  

      Tanto es el celo que Dickens depositaba en ocultar su doble vida que, cuando después de trece años, la relación se rompió, él obligó a la mujer a quemar todas las cartas que durante ese tiempo le había enviado. Cuando Dickens murió, dejó un generoso legado a Ellen Ternan para que mantuviera su silencio. Ella se casó seis años después y ni su marido ni sus hijos supieron jamás de su relación clandestina con el escritor. 



      Incluso los herederos de Dickens han guardado esta historia oculta y solo ha sido a partir de la publicación de Claire Tomalin, La mujer invisible, donde se ha conocido esta relación. La autora de este libro asegura que Ellen Ternan y Dickens llegaron a tener un hijo que él nunca reconoció. Otros autores, sin embargo, lo desmienten.

2 comentarios:

  1. Qué interesante. Hace poco que conozco el nombre de esta biógrafa, pero tengo muchas ganas de leer su biografía de Charles Dickens y la de Jane Austen :)

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  2. Yo no he leído su libro, pero la película basada en él está muy bien ambientada.

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