Algunas veces, los autores
nos tomamos ciertas licencias literarias, aunque no sean fieles a la realidad,
tal como he hecho yo en un detalle de Adagio en primavera. En el primer
capítulo, se menciona que el señor Frazer murió en 1865 en el accidente de
ferrocarril que se produjo en Staplehurst el 9 de junio de aquel año. Por
supuesto, el señor Frazer es un personaje inventado e ignoro si la casualidad
ha hecho que su nombre se corresponda a algún fallecido real. También menciono
que en ese tren iba Charles Dickens junto a su amante, Ellen Ternan, y la madre
de esta, y lo primero es cierto. No solo está documentado y apareció en todos los
periódicos, sino que el propio Dickens escribió un relato, “El guardavía”,
inspirado en este accidente.
Donde he faltado a la
realidad, voluntariamente, ha sido al decir que los periódicos de la época
dedicaron más columnas a Ellen Ternan que a los motivos del propio accidente.
Eso es falso. Ningún periódico mencionó a la amante de Dickens, ni tampoco a su
madre, porque el propio escritor se encargó de hablar con cada periodista para
que obviaran quiénes lo acompañaban. A cambio, Dickens se ofreció a relatar a
cada uno de ellos, con toda precisión, todos los pormenores relacionados con el
fatal suceso ferroviario.
Y es que la relación del
escritor con Ellen Ternan fue llevada de forma tan discreta que no llegó a ser
conocida. Cuando Dickens se enamoró de Ellen en 1857, una actriz de 18 años, él
tenía 45. Dickens quería mostrarse como un ejemplo para la moral victoriana y
alquiló a su amante una casa en las afueras de Londres y procuró visitarla
siempre de forma clandestina. De hecho, su esposa descubrió esta relación
porque un año después de haber empezado, Catherine recibió por error un
brazalete con una carta de su marido destinada a Ellen. Entonces, el matrimonio
Dickens se separó, pero como ninguno de los dos deseaba sufrir el escándalo de
un divorcio, acordaron guardar apariencias de que seguían casados. Ellen Ternan
dejó el trabajo de actriz en 1860 y Dickens le brindó apoyo económico para que
no volviera a necesitarlo. Los dos amantes viajaban juntos con frecuencia, pero
siempre con discreción y el silencio de la prensa británica. Precisamente fue
la desconfianza hacia la prensa norteamericana por lo que Dickens no se atrevió
a llevarla con él cuando visitó Estados Unidos.
Hay críticos que dicen que
Dickens pudo haberse inspirado en Ellen Ternan para algunos de sus personajes
femeninos, como Estella en Grandes esperanzas, Bella Wilfer en Nuestro amigo
común o incluso Lucie Manette en Historia de dos ciudades.
Tanto es el celo que Dickens
depositaba en ocultar su doble vida que, cuando después de trece años, la
relación se rompió, él obligó a la mujer a quemar todas las cartas que durante
ese tiempo le había enviado. Cuando Dickens murió, dejó un generoso legado a
Ellen Ternan para que mantuviera su silencio. Ella se casó seis años después y
ni su marido ni sus hijos supieron jamás de su relación clandestina con el
escritor.
Incluso los herederos de
Dickens han guardado esta historia oculta y solo ha sido a partir de la
publicación de Claire Tomalin, La mujer invisible, donde se ha conocido esta
relación. La autora de este libro asegura que Ellen Ternan y Dickens llegaron a
tener un hijo que él nunca reconoció. Otros autores, sin embargo, lo desmienten.
Qué interesante. Hace poco que conozco el nombre de esta biógrafa, pero tengo muchas ganas de leer su biografía de Charles Dickens y la de Jane Austen :)
ResponderEliminarYo no he leído su libro, pero la película basada en él está muy bien ambientada.
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