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domingo, 30 de noviembre de 2014

Próximamente

         Aún no puedo concretar fechas, pero ya os avanzo que pronto, muy pronto, tendréis a vuestra disposición otra historia, en este caso, ubicada entre 1802 y 1803.
         Como anticipo, os dejo un fragmento de La casa de las flores muertas:






Era Tash, que regresaba de la biblioteca, la última persona a la que hubiera debido ver. Era inútil tratar de esconderse, la escasa lumbre había llamado su atención y él ya se había percatado de su presencia. La estaba observando desde la puerta.
Finalmente avanzó dos pasos y, tras dudarlo un momento, se decidió a hablar.
–Supongo que debo despedirme de usted –dijo apenado, pero en seguida su voz se enderezó–. Deseo que sea muy feliz y que, después de sus contratiempos, estos se vean compensados.
–Habla usted de compensación como si se tratara de un asunto meramente económico –respondió ella con mirada desafiante. No le había pasado desapercibida ni cierta amargura ni cierta censura en sus palabras.
–Usted siempre quiere ver maldad en mis palabras.
–Y usted siempre parece querer atacarme.
Tash avanzó dos pasos como si fuera a contestar, pero se detuvo, dio media vuelta y volvió a detenerse. Colocó su candelabro sobre una repisa y luego de nuevo se giró hacia ella.
–Solo he tratado de velar por usted, pero siempre he sido malinterpretado.
–¡Y yo siempre le he pedido que no interfiera en mis asuntos! –le recordó ella levantándose de la silla con ímpetu y rabia.
–Cierto, debería haberlo tenido más presente. ¡Pero he sido un idiota! Ahora ya tendrá quien la cuide.
–¿Acaso le importa?
Él la miró dolido, pero dejó que continuara hablando.
–¿Acaso le ha importado que me empujen a uno u otro como si fuera simple mercadería? O, peor aún, como si fuera un problema que hay que solucionar. ¿No he sido eso para usted? ¿Un problema más en Cunderley que, como todos los problemas en Cunderley, veía necesario resolver? ¿Algo que, cuanto antes se quitase de encima, mejor para usted?
–¿Así se ha sentido? –se asombró él.
–¿Y qué me ha hecho sentir, señor Tash? Ha boicoteado usted todo intento de amistad por mi parte, me ha dañado con sus palabras cada vez que ha podido y me ha juzgado con su mirada implacable tanto si entraba como si salía. ¿Qué debería haber hecho para obtener su beneplácito? ¿Había algo que estuviera en mi mano? No, no había nada. Usted me había sentenciado desde el primer momento. Cualquier cosa que yo hiciese iba a estar mal vista a ojos de usted.

2 comentarios:

  1. ¡Qué buena noticia! ¡Ya estoy impaciente por leerla! Suerte con la nueva novela :)

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  2. Gracias, Jim. Espero que no te decepcione, :)

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